27 mar 2012

LA BARBACOA


Hace muchos años cuando la Hacienda Burguá pertenecía al clan Higuera, ilustres personas distinguidas, uno de los mayordomos narraba esta leyenda. “Siguiendo el camino real que del puente del Frayle subía a la colmenita, de ahí se bajaba a puente de tabla, luego pasaba por Pinchote, vega Rica, después de la Chinela sobre la Cañada Carbonal no había ningún puente y el camino era estrecho, rodeado de maleza.
Aunque fuera de día daba miedo pasar, una Barbacoa que aparecía atravesada en el estrecho sendero consternaba y acobardaba a los más berracos.
Uno de los patroncitos que por cierto era mujeriego viajaba a caballo desde el cerrito y en una de aquellas tenebrosas y tétricas noches cuando pasaba la cañada el caballo se detuvo en seco, un perrito guardián que siempre lo acompañaba temblaba y aullaba debajo de la bestia, motivos suficientes para que el apuesto caballero se incorporara de tan tremenda borrachera que llevaba, un murmullo de ultratumba y unas manos yertas lo agarraban y lo abatanaban en el pozo. Ya por la madrugada, preocupados porque el patrón no había llegado, uno de los cuidanderos salió en su búsqueda y la sorpresa fue terrible al llegar a aquél sitio y ver al caballo sin jinete y al perrito escondido. Siguiendo el rastro encontró a su estimado patrón tan pálido como un difunto, los dientes trabados y maltratado todo su cuerpo Poco a poco, a medida qué rayaba el sol y con la ayuda de botellas de agua caliente reaccionó favorablemente; seguidamente le hicieron masajes, flexiones de los músculos y ya lúcido lo llevaron a la casa de la hacienda; allí fue dónde narró la terrible pesadilla de la noche anterior.
Este suceso trascendió preocupantemente a las cuatro familias de la vereda y se divulgó rápidamente; hay quienes no se atreven a transitar por allí en altas horas de la noche.

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