Es costumbre del país pagar penitencia en Chiquinquirá en semana Santa por lo que viaja cientos de Kilómetros de herraduras, cuando no había carretera; viajaban familias enteras en caravana. En una de estas caravanas un joven cansado se quedó en el camino y se
sentó a descansar en un valle cubierto de nubes. El viento despejó las nubes y
vio que abajo había un pueblo en fiesta, y bajó a pedir posada. Cuando llegó
noto que era una gran casa y en el techo había un balde lleno de agua y
piedras.
Lo invitaron a pasar y había mucha comida, bebida y mujeres lindas, la jefe de
ellas, que a toda hora fumaba tabaco, se le acabó y el joven le brindó uno
nuevo, le dieron de comer y le dieron alojamiento, con la condición que no se
quedará con ninguna niña y si no se quedaría de por vida. El balde era para
atajar las piedras que niños lanzaban al techo agujerado, los cuales serían
castigados; tenía que irse antes del tercer canto del gallo, a las 4:00 de la
mañana sin despertar a nadie.
El joven se quedó dormido. Cantó el gallo pro primera vez, pero se despertó y
no se levantó, cantó por segunda vez y recordó el compromiso por lo que salió
rápido y silenciosamente y subió la montaña, de la prisa subió cansado y se
sentó, cuando vio que una gran nube cubrió la casa, al tercer canto del gallo,
la nube desapareció y notó que a sus pies había una gran laguna por lo que
asustado corrió a alcanzar la caravana y nunca más volvió.
La dueña de la casa de la laguna, baja de vez en cuando al pueblo y pasa
fumando tabaco, no olvide brindarle uno, si no le cae la maldición. Ella bajaba
a advertir que no siguieran tirando piedra a la casa cuando iban a la laguna, si
no una gran avalancha les vendría; si le da tabaco o chocolate ella saca de la
mochila granos de oro y los da a cambio.
En uno de sus viajes llegó cansada a una casa campesina. Allí vivía sola una
mujer avara y malgeniada. Le pidió tabaco y no le dio, le pidió chocolate y le
dio agua panela y le pidió posada y le dijo que no molestara, que no daba
posada a mendigos. Luego la señora avara sacó maíz picado y les echo a las
gallinas. El hada reclamó que porque daba mal alimento a estos seres, la
señora se ofendió y le dijo que la dejara en paz. Ofendida el hada sacó granos
de oro en forma de maíz y los lanzó a las gallinas. La dueña de la casa fue a la
cocina a buscar una olla para recoger el oro y el hada la llamo y le dijo. Por su
avaricia si recoge el oro y no lo deja comer de las gallinas, una avalancha se
llevara media finca y acabará con sus cultivos. A los tres días la señora le dijo.
Cuando la señora avara llegó con la olla de comer, la avaricia de aquella llegó
a ser tan mortal, que mato a todas las gallinas para sacarles el oro. A los tres
días paso la maldición, ella enloqueció y se fue
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